miércoles, 4 de diciembre de 2013

Control de Esfinter

El control de esfínteres es un logro, una conquista que debe realizar el propio niño. El bebé viene conociendo el mundo de determinada manera y de golpe se enfrenta con la necesidad de esperar, retener, hacer  pis y caca en un lugar especial, aceptar que hay normas que cumplir para poder ingresar al mundo de la cultura y ser aceptado.
De este modo vemos que es necesario que los adultos permanezcamos abiertos y sensibles para poder mirar y ayudar a nuestros hijos a que lo logren. Mirar significa, mirarlo a él en particular, cómo está, qué hace, qué no hace, qué espero de él, cómo se siente, y a partir de allí seguramente encontrar los recursos para contenerlo, conociéndolo y aprendiendo con su aprender a tolerar los devenires de su aprendizaje de controlar.
Hoy en día los profesionales de la salud consideran que es mejor esperar hasta que el niño esté preparado, es decir, cuando sea capaz de controlar los músculos de sus esfínteres. No existe una edad definida para el aprendizaje del control, la pauta de referencia puede ayudar para facilitar este aprendizaje pero los adultos no deben empecinarse, cada cosa en el desarrollo de un niño llega a su tiempo, y el hecho de insistir,  forzar o presionarlo puede tener resultados adversos.
Los niños pueden dejar los pañales cuando están maduros para hacerlo, biológica, psicológica y afectivamente. Por lo cual se toma un período entre los 2 y 3 años como un parámetro estadístico y una referencia.  Un niño controla esfínteres, deja los pañales, cuando él retiene y deposita su pis y su caca cuándo y dónde desee y no cuando y donde le indiquen. Por lo tanto hay que esperar su propio tiempo. Es imprescindible saber que este aprendizaje debe ajustarse a las necesidades de cada niño, respetando su propio paso, y no debe ser punitivo o forzado, sino orientado hacia los aspectos positivos.
Debemos tener también presente que no influye sólo cómo es madurativamente ese niño, si no que también hay factores externos que pueden influir en este aprendizaje, como por ejemplo el nacimiento de un “hermanito”, que hace, con frecuencia, que el niño que había conseguido el control se vuelva a orinar encima, o en otras ocasiones, el hecho de empezar la escuela, la tan difícil separación de los padres, una mudanza, un viaje, etc. Cualquier cambio externo puede influir, por lo que los adultos deben ser pacientes y prevenir los acontecimientos, preparándolos y ayudándolos a poder hablar sobre estos cambios externos. Estos retrocesos son en su mayoría pasajeros y responden a la situación actual que viven el niño y su familia. Si no lo fueran los papás deberían tener una consulta con un profesional.


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